Como dijera Marx, así como no se
puede juzgar a una persona por lo que ella piensa de si misma; lo mismo podemos
decir de un gobierno, no podemos juzgar al kirchnerismo por lo que ellos dicen sobre
si mismos, sino que debemos analizar los hechos concretos.
Ésta semana se dio a conocer los
resultados de las pruebas PISA donde nuestro país obtuvo el puesto 59 sobre un
total de 65 países que participaron.
El Ministro de Educación
Nacional, Alberto Sileoni sostuvo en Página
12 que “se logró mantener el
nivel de desempeño de nuestros jóvenes al tiempo que se incorporaron 195 mil
alumnos a la secundaria en tres años”; la realidad es que nuestro país descendió
del puesto 58 que obtuvo en 2009 al puesto 59 en 2012, además podemos inferir
que para el Ministro, la inclusión de un número mayor de estudiantes al sistema
educativo (situación que hay que valorar enormemente) es la causa de no haber
mejorado los resultados, como si fueran antagónicos los conceptos de mayor inclusión
educativa con la apropiación por parte de los estudiantes de saberes socialmente
válidos. En el mismo sentido se puede interpretar la frase que se comparan “países que tienen una inclusión del 82 por
ciento de los estudiantes de 15 años con otros que apenas superan el 70 por
ciento”.
Además Sileoni agregó “el 74 por ciento de los estudiantes entiende
lo que lee y puede operar con los materiales de lectura”, lo cual es engañoso
según lo expresa el sitio Chequeado,
ya que según los datos desagregados de las pruebas PISA sólo el 46,5% comprende
lo que lee.
Por su parte, Stella Maldonado (Secretaria
General de CTERA) cuestiona en una nota
lo que evalúan las pruebas PISA: “No miden conocimientos sino destrezas y
habilidades muy requeridas para un mundo con empleos flexibles y cambiantes”, tambien
expresa criticamente los objetivos que busca el OCDE (organismo que
implementa las pruebas PISA), crítica que es válida y que en general comparto,
pero no por ello puede quedar soslayado que nuestros resultados educativos han
empeorado, porque desde que nuestro país participa de las pruebas PISA, la
metodología de evaluación es la misma.
Profundizando en el tema, desde sectores más
vinculados al liberalismo económico, podemos señalar un informe del Foro
Económico donde se relaciona la inversión en educación (gasto para ellos)
con los bajos resultados obtenidos, éste tipo de visiones son las que alimentan
las propuestas más radicalizadas a favor de una mayor intervención del mercado
en la educación, añorando en nuestro país un sistema educativo como el chileno,
que allá se encuentra fuertemente cuestionado y es territorio de disputa y
donde la candidata socialista de Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, tiene como propuesta la modificación medular
de dicho sistema educativo.
En ese sentido, en la otra orilla del Río de la Plata, el presidente del
Frente Amplio, José “Pepe” Mujica marca un contraste importante con las
autoridades de nuestro país, porque mientras acá se trata de justificar,
explicar o tergiversar los resultados de las pruebas PISA; en Uruguay, Mujica
sostuvo “no
hice lo suficiente” y que se debió “Priorizar gastar más en el área más
comprometida de la sociedad, pagar más a los docentes, masificar más las
escuelas de tiempo completo”
Lo cierto es que nuestro país continuó con la
tendencia en alza del porcentaje del PBI que se destina a educación, en los 90
se paso del 3% al 5% y en la actualidad se destina el 6,4% del PBI, pero esa no
es la única manera de comparar el dinero que se invierte en educación, otra
manera es calculando que porcentaje del presupuesto se destina a educación y en
ese punto podemos comparar el 25% del presupuesto que se destinaba en 1965 al
14% del presupuesto actual, Alejandro Rebosio publicó en El
País un informe muy completo donde se puede observar distintos indicadores
con respeto a educación en América latina.
Emilio Tenti Fanfani se pregunta: “¿A quién le interesa una
educación de calidad para todos?” y responde “No por cierto, a las clases
dominantes”1 Utilizando como disparador la
pregunta y para encarar los problemas en relación a los resultados obtenidos
por el sistema educativo, siguiendo el análisis del mismo, podemos clasificarlos
en tres opciones:
·
La populista, que suele negar la existencia
misma del problema de la escuela pública, ya que cualquier ataque es
reaccionario.
·
La neoliberal, que afirma que el Estado es
un mal administrador y que lo que hay que hacer es “devolver” la educación a la
sociedad, es decir, al mercado o a la iniciativa social.
·
La visión crítica y progresista que es la
que afronta con crudeza y dramatismo.
Está claro que asumo la última opción y desde allí planteo que hay
que mejorar sustancialmente los resultados que se obtienen en el sistema educativo
público, pero no es recortando la inversión o mercantilizando la educación que
se obtendrán mejores resultados, sino invirtiendo más y mejor en educación.
Es necesario dar cumplimiento a la Ley Nacional de
Educación para garantizar la educación inicial a todos/as los niños/as que hoy
no tienen garantizado ese derecho, ya que el 50% no accede a ese derecho. El
gobierno nacional incumple dicha Ley sostiene que en el 2010 se debía haber
incrementado al 30% de los establecimientos educativos de Jornada Completa y 3
años después estamos muy lejos de ese objetivo.
Se debe garantizar la concentración horaria de los docentes para
terminar con los “docentes taxi” y la implementación de horas institucionales
para la planificación y articulación.
Como reclama CTERA se debe sancionar una nueva Ley de Financiamiento
Educativo (la actual caducó en 2010) para que gradualmente se llegue al 8% del
PBI y que la educación universitaria tenga partidas diferenciadas.
Por último, la conformación de un nuevo Consejo Educativo Nacional,
para que entre los diferentes niveles estatales, los sindicatos, las
organizaciones vinculadas a la educación, las ONGs, las Universidades
Nacionales, etc. Se planifique un proyecto educativo para la Argentina del 2025, y a
través de un organismo autárquico se pueda evaluar en forma permanente los
resultados obtenidos, pero no para negar la realidad ni para autoflagelarnos,
sino como insumos para actuar sobre la realidad concreta a fin de alcanzar los
objetivos planificados.
1)
Tenti Fanfani, Emilio (2011), La escuela y la cuestión social, Siglo XXI, Bs. As.