jueves, 17 de diciembre de 2009

26 años de la creación de la CONADEP

Homenaje realizado por la Concejal Alejandra Pignataro a los 26 años de la creación de la CONADEP en la sesión extraordinaria del HCD de Merlo el día 17 de diciembre.

Quiero recordar que el 15 de diciembre de 1983, a los 5 días de haber asumido su mandato presidencial, el Pte. Raúl Alfonsín firmó el decreto de creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Dicho decreto decía entre sus considerados que “la cuestión de los Derechos Humanos trasciende a los poderes públicos y concierne a la sociedad civil y a la comunidad internacional”.
Dos días antes, ya había decretado el juicio sumario a la cúpula militar que usurpó el gobierno en 1976, ordenando que el enjuiciamiento se referirá a los delitos de homicidio, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos.
Todos recordaran que Alfonsín luchó siempre por la defensa de los Derechos Humanos, cuando las cosas estaban difíciles de verdad. En 1975, ante el accionar violento e impune de la triple A fue cofundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos junto a otras personalidades como el Prof. Alfredo Bravo; el no tomó dicha bandera por conveniencia ni especulación, él lo hizo por convicción!
Pero, para este homenaje quiero hacer mías las palabras de un intelectual, un intelectual orgánico en el sentido gramsciano del término, voy a leer las palabras que Juan Carlos Portantiero escribiera en el prólogo del libro “Memoria Política” de Raúl Alfonsín.
Portantiero decía “No sé si curiosamente o como producto natural de una sociedad que es renuente para autoinculparse de sus defecciones, la bandera de los derechos humanos en la presidencia de Alfonsín, valorada en todo el mundo como un ejemplo con escasas (o ninguna) réplica, ha sido entre nosotros menoscabada, al punto que desde altas tribunas pudo insinuarse que en los veinte años de democracia nada se había hecho en ese sentido -por lo cual, quienes desde ahora tomaban esa tarea en sus manos, aparentemente desde la nada histórica, debían pedir perdón a la sociedad.
Esa operación subestimatoria alcanza su cifra máxima en la persuasión que cierta comunicación ha transmitido con la fuerza de una lápida: lo que queda como saldo del período 1983-1989 en materia de derechos humanos no es la Conadep, el Nunca Más y el inédito juicio y condena a las Juntas Militares, sino las leyes de punto final y de obediencia debida. En esa línea mendaz de razonamiento, esos instrumentos legales que acotaban en el tiempo y en el número el desfile de militares en los juzgados han sido equiparados al indulto dispuesto por Carlos Menem en una misma saga de debilidades y defecciones. Esta afirmación omite la presentación de un simple dato que marca la diferencia esencial entre ambos momentos: en 1989, al final de la presidencia de Raúl Alfonsín, había siete altos jefes militares condenados a prisión -algunos de ellos, a perpetua-, 27 procesados, tres condenados por su actitud en la guerra de Malvinas, y 92 procesos y 342 sanciones disciplinarias como resultado de los tres levantamientos militares encabezados por Rico y Seineldín. No eran pocos -pese al punto final y la obediencia debida- los que estaban sometidos a la Justicia: al punto que el indulto menemista benefició, nada menos, que a 220 militares y a 70 civiles. Pese a lo rotundo de estas cifras, muchos son todavía renuentes a reconocer lo que la historia seguramente enfatizará con el tiempo: que el período abierto en 1984 ha sido, en materia de Derechos Humanos, un jalón único y que ese mérito debe atribuirse al coraje cívico con que Alfonsín encaró la cuestión, mientras el candidato del justicialismo aprobaba la auto amnistía dictada ilegalmente por los militares del Proceso”
Es cierto que Portantiero no era “neutral”; él junto a otros intelectuales habían apoyado decididamente al gobierno del Dr. Alfonsín desde el Círculo de Cultura Socialista; porque en esa época todavía existían los sueños y se permitía hablar del socialismo en democracia; no como ahora que nos hablan del “capitalismo serio”.
Más adelante Portantiero resaltaba un párrafo de Alfonsín "Han pasado muchos años y aún hoy me formulo la misma pregunta que daba vueltas en mi cabeza en aquel entonces: más allá de las consignas bienintencionadas, ¿alguien creía y aún cree seriamente que en ese tiempo, con una democracia que recién emergía luego de años de dictadura militar, era posible detener y juzgar a mil quinientos o dos mil oficiales en actividad de las Fuerzas Armadas?". Y Portantiero sostiene que “la respuesta es, para el sentido común, obvia, pero, sin embargo, hoy parecen tener más repercusión algunos gestos retóricos en un tiempo que ya no convoca riesgos, que aquella solitaria audacia democrática de haber juzgado y condenado, veinte años atrás, a las Juntas Militares responsables del terrorismo de Estado.” Pero se equivocó! Los que pretendieron reescribir la historia y modificaron el prólogo del “Nunca Más”, el libro fruto de las investigaciones de la Conadep, deberán cargar en sus conciencias el haber subestimado a los grupos de ex militares que en un gesto de impunidad desaparecieron en plena democracia al compañero Jorge Julio López.
La Conadep recuperó una parte de nuestro pasado, apropiémonosla para comprender el presente y construir el futuro.